¿Encontraré una mujer que, fiel y benévola, comparta mi suerte brillante y generosa, cuando ahora quien la comparte sólo lo hace de una manera blanda o tímida? Entonces prefiero caer entre las manos de una mujer sin virtud, inconstante y despiadada. En su inmenso egoísmo, esa mujer es todavía un ideal. Si es que no puedo gozar plena y enteramente la dicha del amor, necesito apurar la copa de los sufrimientos y de las torturas, ser maltratado y engañado por la mujer amada, cuanto más cruelmente, mejor. ¡Es un verdadero goce!

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