Diciendo esto besó mi frente y me abrazó como si no quisiera soltarme nunca. Enterré mi cara en su pecho, mientras él inclinaba su cabeza hacia abajo para presionar su mejilla en lo alto de mi cabeza. Mi cuerpo temblaba a horrores, estaba nerviosa, emocionada, sentía frío y sólo deseaba sentir su calor. En ese momento y estando en sus brazos, el ocaso frente al mar me pareció el lugar más romántico del mundo y su ternura, había hecho desaparecer en mí el deseo y la pasión que me estaban quemando y que él mismo había despertado.

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