En su juego, Loui quiso poner una uva en mi boca y al momento que me acerqué para morderla, inmediatamente me besó de nuevo posesionándose de mi boca con fuerza, con vehemencia, al mismo tiempo que sujetaba mi cuello para evitar que escapara de él. Me estaba devorando, parecía que su lengua buscaba con ansiedad el sabor de la mía, a la vez que también, sentía con placer el sabor de la uva que tenía y yo, hacía exactamente lo mismo. Sus besos sabían a gloria, la suavidad de sus labios era deliciosa y yo deseaba bebérmelo por completo. Su actitud me hacía desear más cada vez. Este hombre era fascinante y me tenía locamente enamorada de él.

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