Los habitantes de países más o menos ricos comemos al revés de como comió la enorme mayoría de la humanidad desde el principio de los tiempos. Es un cambio cultural radical, y no parece que lo notemos demasiado. Los hombres siempre comieron sobre todo hidratos de carbono y fibras vegetales; a veces, cada tanto, los acompañaban con un trocito de proteínas animales. Cada vez que comemos un bife con ensalada, una pata de pollo con arroz, una hamburguesa con puré, un choripán, estamos dando vuelta esa costumbre milenaria: poniendo el trozo de animal como centro al que acompañan esos hidratos o fibras vegetales.Creo que no nos damos cuenta de la pompa que eso significa. Creo que cualquier indio, cualquier africano, muchos sudacas lo notarían enseguida. Porque, para la mayoría de los habitantes del OtroMundo, el sistema sigue siendo el mismo: el consumo mundial de alimentos parece muy variado, pero tres cuartos de la comida consumida en el planeta es arroz, trigo o maíz; solo el arroz es la mitad de la comida mundial.Digo: la mitad de toda la comida que los 7.000 millones de humanos comemos cada día es arroz. (…) Comer carne es un alarde bestial de poder. La carne es la metáfora más perfecta de la desigualdad.

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