—Cuando te dirijas a mí —replicó de nuevo seriamente el fastidioso duque—, debes hacerme una reverencia y no es una sugerencia, es una orden, es tu obligación. El grado de mi título está en la línea después del principado y así como llamas con el debido respeto a mi sobrino “su alteza” al referirte a mí, lo harás diciéndome “excelencia” ¿Está claro? Entiendo que no sabes nada de costumbres nobles, pero ya que me tomé la molestia de instruirte al respecto, espero que lo hagas.“Lucrecia Borgia” —pensé mirándolo fija y seriamente—. “Deseaba ser Lucrecia Borgia y darle de beber algo más que vino al tipo, porque de verdad me había hecho hervir la sangre, pero de coraje.—Como usted diga, excelencia. —Intenté reverenciarlo y evitar que notara que me había humillado. El odioso duque, ignoró completamente mi saludo.

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