Y, sin embargo, mentiría si dijera que la extraño. Es el hechizo más perfecto y más doloroso. Usted está aquí, igual que yo y con mayor intensidad aún; allí donde yo estoy, está usted, como yo y más intensamente aún. No bromeo. A veces imagino que usted -que está aquí- extraña mi presencia y pregunta: "¿Pero dónde está? ¿Acaso no escribía diciendo que estaba en Merano? [...] El día es tan corto. Transcurre y termina con usted y fuera de usted sólo hay unas pocas nimiedades. Apenas me queda un rato para escribirle a la verdadera Milena, porque la Milena más verdadera aún ha estado aquí todo el día, en la habitación, en el balcón, en las nubes.

—En realidad no. Sigo pensando que ella lo haría todo de nuevo si hubiera una posibilidad... una posibilidad de que pudiera salir bien. Aunque 99 veces de cada 100 la historia termina mal, pero merece la pena, aunque sólo sea una vez, que consiga un final feliz.—Escucha, Garrick, mientras que este paralelo que estás dibujando es adorable, sobre todo con ese acento, estoy un poco cansada de las metáforas, y ser comparada con las historias de amor condenadas. Sólo di lo que quieres decir. He estado descifrando un texto antiguo toda la noche. No quiero tener que descifrarte a ti, también.—Estoy diciendo que me equivoqué. —Dio un paso más cerca, y mi cansancio huyó, sustituido por la electricidad bajo mi piel—. Estoy diciendo que me gustas. Estoy diciendo que no me importa una mierda ser tu maestro.Entonces, me besó.

—No me gustas, Park —repitió Eleanor en un tono que, por un instante, sonó como si hablara en serio—. Yo... —su voz casi se esfumó— creo que vivo por ti.Park cerró los ojos y dejó caer la cabeza contra la almohada.—Ni siquiera puedo respirar cuando no estamos juntos —susurró ella—. Y eso significa que, cuando te veo los lunes por la mañana, tengo la sensación de que llevo sesenta horas sin coger aire. Seguramente por eso refunfuño tanto y te contesto mal. Cuando estamos separados, me paso el tiempo pensando en ti, y cuando estamos juntos me invade el terror. Porque cada segundo cuenta. Y siento que he perdido el control. No soy dueña de mí misma, soy tuya. ¿Qué pasa si de repente te das cuenta de que ya no te gusto? ¿Cómo voy a gustarte tanto como tú me gustas a mí?

—¿Hope? ¿Me prometes algo? —Sí —le digo.—¿Sabes a veces, cuando tu papa te hace llorar? —¿Me prometes que cuando él te haga sentir triste, siempre pensaras en el cielo? —Pero, ¿por qué? —Porque sí. —Vuelve su rostro hacia las estrellas—. El cielo siempre es hermoso. Incluso cuando está oscuro, o lluvioso, o lleno de nubes, aún así es precioso. Es mi favorito, porque sé que si alguna vez me siento perdido, o solo, o asustado, sólo tengo que subir la mirada y el cielo estará allí, sin importar qué… y sé que siempre será hermoso. Es en lo que puedes pensar cuando tu papi te haga sentir triste, para que así no tengas que pensar en él. —Lo prometo —susurro. —Bien —dice él. Luego estira su mano sobre el concreto entre nosotros y envuelve su meñique alrededor del mío.

Mientras estaba tendido allí, a un paso de mí yacía un escarabajo, patas arriba, desesperado. No podía enderezarse, me habría gustado ayudarlo, era tan fácil hacerlo, bastaba un paso y un empujoncito para brindarle una ayuda efectiva. Pero lo olvidé a causa de la carta. Además no podía ponerme de pie. Por fin, una lagartija logró que volviera a tomar conciencia de la vida que me rodeaba. Su camino la llevó hasta el escarabajo, que ya estaba totalmente inmóvil. De modo que no fue un accidente, me dije, sino una lucha mortal, el raro espectáculo de la muerte natural de un animal. Pero la lagartija al deslizarse por encima del escarabajo, lo enderezó. Por uno instantes continuó inmóvil, como muerto, pero luego trepó la pared como la cosa más natural. Es probable que eso me haya brindado, de alguna manera, un poco de coraje. Lo cierto es que me puse de pie, bebí leche y le escribí a usted.

¿Quieres entender que es un año de vida? Pregúntaselo a un estudiante que acaba de suspender el examen de fin de curso. ¿Un mes de vida? Díselo a una mujer que acaba de traer al mundo a un niño prematuro y espera que salga de la incubadora para estrecharlo entre sus brazos, sano y salvo. ¿Una semana? Que te lo cuente un hombre que trabaja en una fábrica o en una mina para mantener a la familia. ¿Un día? Háblales del asunto a dos que están locamente enamorados uno de otro y esperan el momento de volver a estar juntos. ¿Una hora? Pregúntale a una persona claustrofóbica encerrada en un ascensor averiado. ¿Un segundo? Mira la expresión de un hombre que acaba de salvarse de un accidente de coche. ¿Y una milésima de segundo? Pregúntale al atleta que acaba de ganar la medalla de plata en los Juegos Olímpicos, en vez de la medalla de oro para la que lleva toda su vida entrenándose.

-Simplemente pensé… no lo se. Pensé que me odiarías.La diversión desapareció de su rostro. Se acerco a mí y apoyo las manos en mis hombros, sus ojos color verde oscuro estaban serios.―Rose, nada en este mundo podría hacer que te odiara. ―¿Ni siquiera intentar traer a mi exnovio de vuelta de la muerte?Adrian me acerco, y incluso en sueños, pude oler su piel y su colonia.―Si soy honesto. Si Belikov volviera aquí en este momento, ¿vivo como solía estar? Habría algunos problemas. No quiero pensar que pasaría entre nosotros si… bien, no vale la pena perder el tiempo. Él no esta aquí.―Yo todavía… todavía querría intentarlo - le dije humildemente. ―Todavía lo intentaría, incluso si estuviera de vuelta. Simplemente estoy teniendo un tiempo difícil para dejar ir a alguien que me importa.―Lo se. Hiciste lo que hiciste por amor. No puedo estar enfadado contigo por esto. Fue una estupidez, pero por amor. ¿Tienes alguna idea de lo que haría por ti? ¿Por mantenerte a salvo?

Ya no puedo estar sin su presencia; el olor de su piel, el sonido de su voz, las pequeñas maneras de representar a la muchacha más fuerte y a la más frágil del mundo. Su manía de no ponerse gafas para ver el mundo tras el cristal ahumado de su visión lastimada; su forma de protegerse. Ver sin ver de verdad y, sobre todo, sin hacerse notar.Descubro la extraña mecánica de su corazón. Funciona con un sistema de concha autoprotectora ligada a la falta de confianza que la habita. Una ausencia de autoestima peleándose con una determinación fuera de lo común. Aun no he descubierto qué engranaje tiene roto.El código de acceso a su corazón cambia todas las noches. A veces, la concha es dura como la piedra. Por mucho que pruebe con mil combinaciones en formas de caricias y palabras de apoyo, apenas consigo quedarme en las puertas de su misterio. Sin embargo, ¡Me gusta tanto hacer crujir su concha! Escuchar ese pequeño ruido que produce al desactivarse, ver los hoyuelos que se marcan en la comisura de sus labios y que parece decir "¡Sopla!". El sistema de protección volando en dulces pedazos".

Komandoo Nicolas Kahima Kankiriho ('Kahima the Warrior') alizaliwa katika Wilaya ya Bushenyi, Ankole, kusini-magharibi mwa Uganda, Julai 24, 1954, mtoto wa tano kuzaliwa, katika familia ya watoto sita ya Nicodemas Kankiriho; mzee wa heshima wa Wabaima, aliyekuwa akisifika sana kwa uchungaji (wa mifugo) na msisitizo mkali wa ukiristo kwa watoto wake wote; hasa Kahima na Yebare, binti yake wa pekee, aliyekuwa wa mwisho kuzaliwa.Kahima (futi 6 inchi 3 aliyekuwa akiongea Kinyankole, Kiswahili, Kiingereza na Kihispania kwa ufasaha), baada ya kutoka Uganda – kwa mafunzo ya mwanzo ya ukomandoo ya Kiisraeli – alikwenda Urusi na Korea ya Kaskazini ambako aliongeza ujuzi hadi kiwango cha juu kabisa; kabla ya kwenda Amerika ya Kusini, kama askari wa msituni wa vyama vya kisiasa visivyo rasmi vya magorila wa Kolombia.Akiwa Kolombia, Kahima alikutana na Eduardo Chapa de Christopher (kiongozi wa zamani wa Kateli ya Diablos de Amazonas, Mashetani wa Amazoni, iliyokuwa ikivilinda vyama vya kisiasa vya magorila vya Americas) ambaye alimwajiri kama mlinzi binafsi na baadaye kama mlinzi binafsi wa Carlos Pulecio Alcántara – kiongozi wa kwanza wa Kateli ya Kolonia Santita. Alcántara alipouwawa, Kahima alihamia kwa Panthera Tigrisi – Kiongozi Mkuu wa Kolonia Santita.

For Sayonara, literally translated, 'Since it must be so,' of all the good-bys I have heard is the most beautiful. Unlike the Auf Wiedershens and Au revoirs, it does not try to cheat itself by any bravado 'Till we meet again,' any sedative to postpone the pain of separation. It does not evade the issue like the sturdy blinking Farewell. Farewell is a father's good-by. It is - 'Go out in the world and do well, my son.' It is encouragement and admonition. It is hope and faith. But it passes over the significance of the moment; of parting it says nothing. It hides its emotion. It says too little. While Good-by ('God be with you') and Adios say too much. They try to bridge the distance, almost to deny it. Good-by is a prayer, a ringing cry. 'You must not go - I cannot bear to have you go! But you shall not go alone, unwatched. God will be with you. God's hand will over you' and even - underneath, hidden, but it is there, incorrigible - 'I will be with you; I will watch you - always.' It is a mother's good-by. But Sayonara says neither too much nor too little. It is a simple acceptance of fact. All understanding of life lies in its limits. All emotion, smoldering, is banked up behind it. But it says nothing. It is really the unspoken good-by, the pressure of a hand, 'Sayonara.

—Y hay más. Tan pronto no van a cortar tu planta de naranja-lima. Cuando la corten estarás lejos y no sentirás nada.Sollozando me abracé a sus rodillas.—Ya no me interesa, papá. No me interesa…Y mirando su rostro, que también se encontraba lleno de lágrimas, murmuré como un muerto:—Ya la cortaron, papá, hace más de una semana que cortaron mi planta de naranja-lima.Los años pasaron, mi querido Manuel Valadares. Hoy tengo cuarenta y ocho años y, a veces, en mi nostalgia, siento la impresión de que continúo siendo una criatura. Que en cualquier momento vas a aparecer trayéndome fotos de artistas de cine o más bolitas. Tú fuiste quien me enseñó la ternura de la vida, mi Portuga querido. Hoy soy yo el que tiene que distribuir las bolitas y las figuritas, porque la vida sin ternura no vale gran cosa. A veces soy feliz en mi ternura, a veces me engaño, lo que es más común.En aquel tiempo… En el tiempo de nuestro tiempo no sabía que muchos años antes un Príncipe Idiota, arrodillado frente a un altar, preguntaba a los iconos, con los ojos llenos de lágrimas:“¿POR QUÉ LES CUENTAN LAS COSAS A LAS CRIATURITAS?”Y la verdad es, mi querido Portuga, que a mí me contaron las cosas demasiado pronto.¡Adiós!

Un barril de petróleo equivalía a 159 litros y se vendía en ese momento a unos 100 dólares, unas 600 coronas o unos 76 euros. Ese barril de petróleo suministraba por sí solo tanta energía como 10.000 horas de trabajo físico, lo que en Noruega correspondería a 6 años de trabajo por persona. Con un suelto anual de 350.000 coronas, unos 44.500 euros, equivaldría a 2.1 millones de coronas en sueldos, unos 266.500 dólares en esos 6 años. En otras palabras: un solo barril de petróleo aportaba una energía que costaría más de 2 millones de coronas si tuviera que ser sustituida por trabajo manual. Y el norteamericano medio consumía 25 barriles de petróleo al año, lo que correspondería a 150 años de trabajo por persona y equivaldría, más o menos, a que un norteamericano tuviera en cada momento 150 «esclavos de energía» a su servicio para propulsar todos los coches y maquinas, todos los frigoríficos y aparatos de aire acondicionado, todo los aviones, fabricas, granjas y máquinas de ocio… ¡Y por ahora solo se había mencionad el petróleo! Estaban además el carbón y el gas.[…]¡Solo 600 coronas por 6 años de trabajo físico! Eso equivaldría a 100 coronas o 12 euros por un año de trabajo de una persona. ¡Eso sí que podía denominarse un sueldo de esclavo!

ーEscribí algo para ti, ーla corrigió con una sonrisa y comenzó a tocar. Ella escuchó emocionada; comenzó lento, sencillo, su control sobre el arco producía un sonido armónico. La melodía la lleno tan fresca y dulce como el agua, tan esperanzadora y adorable como un amanecer. Miró a sus dedos fascinada por el movimiento tan exquisito que hacia que las notas salieran del violín. El sonido se volvió mas profundo conforme el arco se movía mas rápido, el antebrazo de Jem se desplazaba hacia adelante y atrás, su delgado cuerpo parecía difuminarse con el movimiento de su hombro. Sus dedos se deslizaban cuidadosamente arriba y abajo, el tono de la música profundizó, como nubes de tormenta reuniéndose en un horizonte brillante, un río que se convertía en torrente. Las notas se estrellaban a sus pies aumentando el sonido, el cuerpo entero de Jem parecía moverse en sintonía con los sonidos que emanaban del instrumento, a pesar de que ella sabia que sus pies se encontraban firmes en el suelo. Su corazón encontró la paz con la música, los ojos de Jem estaban cerrados, las comisuras de sus labios mostraban un gesto de dolor. Una parte de ella quería correr a sus pies, rodearlo con sus brazos; la otra otra parte no quería que se detuviera la música, el hermoso sonido de él. Era como si él hubiera tomado su arco utilizándolo como un pincel para pintar, creando un lienzo en el cual su alma se muestra claramente. Cuando las ultimas notas se alzaron más y más alto, llegando a tocar el paraíso, Tessa estuvo consciente de que su rostro estaba húmedo, pero no fue hasta que la ultima nota dejo de sonar y él bajo el violín cuando se dio que estaba llorando.

Nieva sobre Edimburgo el 16 de abril de 1874. Un frío gélido azota la ciudad. Los viejos especulan que podría tratarse del día más frío de la historia. Diríase que el sol ha desaparecido para siempre. El viento es cortante; los copos de nieve son más ligeros que el aire.¡Blanco! ¡Blanco! ¡Blanco!Explosión sorda. No se ve más que eso. Las casas parecen locomotoras de vapor, sus chimeneas desprenden un humo grisáceo que hace crepitar el cielo de acero. Las pequeñas callejuelas de Edimburgo se metamorfosean. Las fuentes se transforman en jarrones helados que sujetan ramilletes de hielo. El viejo río se ha disfrazado de lago de azúcar glaseado y se extiende hasta el mar. Las olas resuenan como cristales rotos. La escarcha cae cubriendo de lentejuelas a los gatos. Los árboles parecen grandes hadas que visten camisón blanco, estiran sus ramas, bostezan a la luna y observan cómo derrapan los coches de caballos sobre los adoquines. El frío es tan intenso que los pájaros se congelan en pleno vuelo antes de caer estrellados contra el suelo. El sonido que emiten al fallecer es dulce, a pesar de que se trata del ruido de la muerte. Es el día más frío de la historia. Y hoy es el día de mi nacimiento. […]Fuera nieva con auténtica ferocidad. La hiedra plateada trepa hasta esconderse bajo los tejados. Las rosas translúcidas se inclinan hacia las ventanas, sonrojando las avenidas, los gatos se transforman en gárgolas, con las garras afiladas. En el río, los peces se detienen con una mueca de sorpresa. Todo el mundo está encantado por la mano de un soplador de vidrio que congela la ciudad, expirando un frío que mordisquea las orejas. En escasos segundos, los pocos valientes que salen al exterior se encuentran paralizados, como si un dios cualquiera acabara de tomarles una foto. Los transeúntes, llevados por el impulso de su trote, se deslizan por el hielo a modo de baile. Son figuras hermosas, cada una en su estilo, ángeles retorcidos con bufandas suspendidas en el aire, bailarinas de caja de música en sus compases finales, perdiendo velocidad al ritmo de su ultimísimo suspiro.Por todas partes, paseantes congelados o en proceso de estarlo se quedan atrapados. Solo los relojes siguen haciendo batir el corazón de la ciudad como si nada ocurriera.