En el Tibet creemos que el único enemigo es el hombre a quien no conocemos; basta trabajar junto a un hombre, hablar con él y tratarlo para que deje de ser un enemigo.
En el Tibet creemos que el único enemigo es el hombre a quien no conocemos; basta trabajar junto a un hombre, hablar con él y tratarlo para que deje de ser un enemigo.
Opinamos que el hombre fuerte puede permitirse el lujo de ser amable, mientras que el dócil e inseguro de sí mismo tiene que fanfarronear para darse un poco de seguridad.
Me parece que no lo entiendes. Las vidas de las personas pasan por delante de sus ojos antes de que mueran, y el proceso se llama 'vivir'. ¿Te apetece un camarón?
No concibo mi vida más que como un encadenamiento de muertes sucesivas. Arrastro tras de mí los cadáveres de todas mis ilusiones, de todas mis vocaciones perdidas.
La gente tiene miedo, teme por su seguridad y la de los suyos. Y está dispuesta a renunciar a cualquier cosa, incluso a su propia libertad, con tal de que alguien se la garantice.
Solo me queda decir que amo a esta mujer más que a mi vida, y pase lo que pase, haga lo que haga nunca voy a dejar de amarla. Ella fue, es y siempre será el amor de mi vida.
No repases tanto, Lobsang, que así se te atasca la memoria. Tienes que estar absolutamente tranquilo, como lo estás ahora, y verás cómo te brota el conocimiento
No olvidamos las penurias de Egipto, no olvidamos a Haman, no olvidamos a Hitler. Así como no olvidamos a los injustos, no olvidamos a los justos. Recordemos pues a Oskar Schindler.
Soy muy soberbio, ambicioso, vengativo, con más pecados sobre mi cabeza que pensamientos para concebirlos, fantasía para darles forma o tiempo para llevarlos a ejecución.
—Aun no entiendo cómo puedo odiar tanto a alguien a quien amo—me dijo con furia.—Yo siento exactamente lo mismo, salvo que yo ya no te amo. Solo me queda odio para ti.
No quiero ser un hombre -replicó Jace-, quiero ser un adolescente dominado por la angustia que no puede enfrentarse a sus demonios interiores y por eso ataca verbalmente a otras personas.
Cualquier persona que haya estado enamorada conoce la diferencia entre el eros y la lujuria. No hay comparación. La segunda es una sombra del primero, una sombra vacía y frustrante.
Pues yo me hago tres preguntas muy simples: ¿Cómo ha obtenido ese poder? ¿Cómo lo está utilizando? Y: ¿cómo se le puede arrebatar al muy hijo de puta?
¿Sabías que dos personas que se encuentran por lo menos tres veces en menos de veinticuatro horas tienen un noventa y ocho por ciento más de probabilidades de volver a encontrarse?
Hombro con hombro, una cadena de hermanos, una sangre no ya encerrada en la mezquina circulación del cuerpo, sino circulando con una dulzura y sin embargo regresando sin fin a través de China.